COLEGIO ADVENTISTA COPIAPÓ


Motivación

Esquemas ambiguos de motivación que nos impiden educar hacia la madurez

Por Fernando de la Puente
revista Padres y Maestros, No. 250, febrero de 2000.

 

Utilizamos en la vida cotidiana unos esquemas o estrategias de motivación que provienen de la costumbre y no carecen de cierta lógica, pero que en realidad no son muy educativos o se utilizan con tanta frecuencia que su "eficacia" es mínima. Estamos hablando de esquemas "ambiguos" de motivación.

)Qué sucede en la vida educativa ordinaria? Queremos conseguir algo que en educación es muy difícil lograr: obtener cambios de comportamiento a corto plazo. Y para conseguir esta eficacia espectacular buscamos atajos, golpes de efecto, presiones psicológicas para impresionar. Utilizamos esquemas que, como excepción o en un momento de necesidad, pueden funcionar. Pero nunca pueden convertirse en motivaciones constructivas y por lo tanto verdaderamente educativas. Difícilmente crean actitudes que son la clave del éxito en educación. Veamos algunos de estos esquemas:

1. El soborno educativo

Utilizamos la motivación verbal del soborno cuando decimos: "Si haces tal cosa, te doy tal premio"; "si ayudas a mamá", "si ordenas tu cuarto", "si apruebas todas en junio, podrás ir de viaje a tal sitio", etc.

Quizás es un poco fuerte llamar soborno a esto. Estamos caricaturizando, naturalmente. Pero, no nos pasamos la vida manipulando con premios o promesas para conseguir domesticar los comportamientos de los niños? ¿Qué sucede con este modo de estimular?

a) Reconociendo que algunas veces puede ser útil o eficaz a corto plazo, es sin embargo poco eficaz a medio y largo plazo. Quizás pueda impulsar ocasionalmente que el niño logre un objetivo inmediato que a nosotros nos interesa en ese momento, pero raramente inspira esfuerzos continuados.

b) Si se utiliza con frecuencia, es una mala lección moral; y esto es lo más importante. Si por realizar deberes humanos normales nos sentimos obligados a anunciar un premio, estarnos comunicando que no existen deberes morales o que su cumplimiento no es un bien en si mismo. El valor moral parece que no vale nada. Estarnos transmitiendo que lo humanamente bueno (ser responsable, solidario, estudioso, ordenado, respetuoso, etc.) no vale en sí mismo; sólo es un medio para conseguir unas ventajas generalmente materiales. Pero no un fin en sí mismo que me realiza como persona.

c) Los niños además, explotan la situación. No son buenos del todo para conseguir mayores premios. Sobrevienen las negativas, las crecientes peticiones; incluso ellos llegan a proponer premios ("qué me das si recojo la ropa del suelo o estudio bien esta noche..."). Y entonces, el sobornado es el padre o la madre.

Podemos preguntarnos, ¿qué pasa con el soborno familiar? ¿Cómo lo usamos? ¿Con frecuencia? ¿Se está convirtiendo prácticamente en mi único modo de motivar?

)Quiere decir esto que rechazarnos los premios como medios educativos? Dar premios por conductas positivas no es malo. Hay aspectos positivos en los premios. Son un refuerzo del buen comportamiento, de la buena actitud. Pero el premio verdaderamente gozoso y eficaz es el que no se espera. Cuanto más sorpresa, mejor. El premio no anunciado es el más dichoso y más sano, es como una fiesta ("como has estudiado bien esta semana he pensado darte..."). Para los padres es una donación a posterior (, que depende de su libre iniciativa, sin encadenarles previamente a sus propias palabras y promesas.

No hay que olvidar tampoco que el mejor premio para un niño es la satisfacción de ser bueno y de realizar valores. Por parte del educador esto significa proporcionar el refuerzo del cariño y el aprecio personal, la alabanza justa, a tiempo. En muchas organizaciones se promueve que el directivo sepa elogiar el trabajo bien hecho. Se considera que el auténtico líder es la persona que sabe comunicar un reconocimiento personal ante las buenas realizaciones de los colaboradores. Se dice incluso que sin un mínimo reconocimiento por parte de quien ostenta la autoridad es muy difícil mantener un constante estilo de calidad. Si el líder, en este caso el padre o madre, posee autoridad moral y no la ha desgastado haciéndose un colega o con otras actitudes inoportunas, su reconocimiento personal es el mejor estímulo. En temas posteriores desarrollaremos este interesante tema del elogio y la censura.

Por otra parte el premio educativo eficaz ha de ser también moderado y no demasiado frecuente. Existe el peligro de estar continuamente premiando y regalando cosas a todas horas, por cualquier esfuerzo. Devaluamos los premios y atiborramos de cosas a los mitos, convirtiéndolos en chantajistas consumados.

2. La amenaza

Amenazar es anunciar un mal inminente, automático, corno efecto contundente de una omisión 0 comporta- miento negativo ("si no estudias", "si llegas tarde", "si no tienes tu cuarto arreglado", "si llegas más tarde de las 1 1 de la noche te quedarás sin paga", "no saldrás el sábado", "no te compraré lo que te había prometido", etc.).

¿Qué decimos de este esquema de motivación?

a) La amenaza tiene poco valor motivador a medio o largo plazo. Puede lograr un esfuerzo a las inmediatas, pero nunca crea hábitos consistentes, ni auténticas actitudes o fuerza de voluntad.

b) A veces, la amenaza es incluso una invitación a repetir el acto negativo. Para ciertos niños de carácter fuerte la amenaza es un reto a su libertad, a la afinación del yo.

En algunas ocasiones la rebeldía se fomenta en la pandilla. )No es raro que, ante las prohibiciones de los adultos, el líder del grupo provoque a alguno de los compañeros haciéndole sentirse herido en su dignidad personal: "eres un cobarde si no te atreves a llegar más tarde de lo que te han dicho". En todo caso hay que tener en cuenta el umbral de rebelión y de amor propio de los niños y adolescentes, sobre todo de aquellos con personalidad fuerte, para los que las amenazas provocan innecesariamente rebelión y testarudez.

e) Por otra parte la amenaza es una educación en el temor que induce a la cobardía y a la timidez, especialmente cuando el niño-adolescente es algo tímido o inseguro de sí mismo. El miedo no educa porque el miedo es un vacío de valores educativos. Un niño lleno de miedos es un niño moralmente vacío. De momento puede estar dócilmente adiestrado por las amenazas, pero tarde o temprano se inclinará a tirar todo por la borda.

d) A veces hay amenazas a largo plazo o incluso a medio plazo que no sirven para nada ("si no estudias, el vera- no que viene te llevaremos interno a ...... o "no serás un hombre de provecho .... ..no llegarás a nada...", ",no podrás ser lo que tú has dicho que quieres ser"). ")Tan largo me lo pintáis?", podría decir el adolescente. Son recursos tan extraños y lejanos a su vida presente o inmediata, que en el mejor de los casos le invitan a la carcajada o al asombro. Perdemos autoridad moral.

e) Otro problema de la amenaza es su realización. )Cumplimos o no las amenazas? No es el principal problema de este esquema de motivación; pero nuestra falta de palabra nos desautoriza gradualmente e invalida las amenazas y promesas posteriores.

Necesitamos reflexionar acerca de nuestras amenazas, si las cumplimos o no, con qué frecuencia las sacamos a relucir; y también si los contenidos de nuestras amenazas revelan claros antivalores, incoherentes con lo que decimos que queremos de los hijos (que sean felices, que sean buenas personas ... )

3. Provocar promesas

Este esquema trata de querer asegurar un comportamiento adecuado en los hijos haciéndoles formular promesas: "Prométeme (a un niño pequeño) que no volverás a volcar el cubo de la basura"; "prométeme que no volverás a mentir". "Prométeme (a un adolescente) que volverás a la hora que te digo"; "que la semana que viene volverás a estudiar con regularidad", etc.

)Qué significa ese hacerle hacer promesas?

a) Muchas veces estamos haciéndoles prometer lo que no tienen capacidad de cumplir. Volcar el cubo de la basura depende de sus condiciones de hiper actividad; mentir es muchas veces un mecanismo de autodefensa por miedo, etc. Forzarles a formular ciertas promesas es como hacerles extender o firmar cheques en talones de una cuenta corriente que está sin fondos.

b) En general les hacemos prometer lo que no les sale de dentro. Carecen de motivación y en consecuencia estamos provocando su cinismo o cara dura. Por otra parte, si el niño tiene la conciencia sensible, al prometer lo que no siente o no está dispuesto a cumplir, sentirá cierta culpabilidad o desorientación. Les hacemos mentir conscientemente y eso a ciertos niños les perturba.

4. Ridiculizar

Es creer que ironizando se logra hacer reaccionar. Usamos a veces expresiones que inferiorizan a los niños y adolescentes. Desde la más suave de "parece mentira que tú .. echándoles en cara cosas que les duelen y humillan, hasta utilizar el verbo ser para descalificaras continuamente como personas: "eres una calamidad", "eres torpe , "eres cobarde", "eres un desastre"...

)Qué significan todas estas formas fuertes o suaves de ridiculización?

a) Las ridiculizaciones e inferiorizaciones producen heridas profundas sobre todo cuando vienen de alguna persona significativa o valiosa para mí. Cuando me ridiculiza un enemigo no hiere tanto mi autoconcepto como cuando la inferiorización viene de quien tiene autoridad moral sobre mi o de quien es mi amigo. Los padres se sublevan cuando se enteran que un profesor ha ridiculizado a su hijo. Pues bien, nuestras ridiculizaciones son peores para los hijos que la de los profesores. Cuanto más cercana es la fuente del insulto, éste hiere más. Estas heridas crean inseguridad y confusión acerca de sí mismo, especialmente cuando el niño es tímido o débil. Pero en todo caso dañan la autoestima positiva que es un ingrediente muy importante de la madurez y del equilibrio personal.

b) Por otra parte, si ridiculizamos, deterioramos bastante las posibilidades de comunicación. La ridiculización levanta barreras de incomunicación. Produce niños "mudos". Se les ha humillado, y esto no lo perdonan. Su venganza es el silencio. Es curioso que algunos educadores no se den cuenta de los impedimentos que están poniendo a la comunicación, cuando se preguntan ")por qué este niño no tendrá confianza conmigo?"

c) Finalmente, la ridiculización despierta automáticamente en el subconsciente del niño o adolescente, fantasías de venganza y odio a los padres; lo cual puede producir sentimientos de culpabilidad.

5. )Soluciones a la motivación?

A la vista de estas demoliciones que hemos llevado a cabo de las formas corrientes de motivar o razonar las cosas a los niños y adolescentes, se pueda pensar "si todo parece contraproducente y deseducativo, )qué salida nos queda?".

En primer lugar, excepto en el caso de la ridiculización y quizás en el de obligarles hacer promesas, los demás modos pueden utilizarse alguna vez, pero con poca frecuencia y con moderación e inteligencia en sus contenidos; casi como excepción.

En segundo lugar, es preciso completar este terna reflexionando despacio sobre la verdadera motivación. Qué significa atreverse a motivar con la verdad y cuáles son las condiciones de su verdadera eficacia educativa. Nuestra Escuela de Padres abordará este tenia en posteriores sesiones.