COLEGIO ADVENTISTA COPIAPÓ


Unidad entre padres

Es necesaria la unidad entre los padres. El esposo y la esposa han de estar estrechamente unidos en su obra en la escuela del hogar. Deben ser muy
suaves y cuidadosos en su manera de hablar, no sea que abran una puerta a la tentación a través de la cual Satanás entre para ganar victoria tras victoria. Deben ser mutuamente bondadosos y corteses, obrando en tal forma que puedan respetarse recíprocamente. Cada uno ha de ayudar al otro a fin de rodear al hogar de una atmósfera agradable y sana. No deberían discutir en presencia de sus hijos. Deberían conservar siempre la dignidad
cristiana (Carta 272, 1903).


EL HOGAR, LA PRIMERA ESCUELA
El instructor especial para cada hijo. La madre siempre debería ocupar un lugar sobresaliente en esta obra de educar a sus hijos. En tanto que tareas
graves e importantes reposan sobre el padre, la madre mediante una asociación casi constante con sus hijos, especialmente en sus años más tiernos, siempre debe ser su instructora especial y compañera (Pacific Health Journal, enero de 1890).


Una educación más amplia que la mera instrucción. Los padres deben aprender la lección de la obediencia implícita a la voz de Dios, que les habla desde su Palabra; y al aprender esta lección, pueden enseñar a sus hijos la obediencia mediante el precepto y el ejemplo. Esta es la obra que debería realizarse en el hogar. Aquellos que la hagan se elevarán a sí mismos al comprender que deben elevar también a sus hijos. Esta educación significa mucho más que una mera instrucción (Manuscrito 84, 1897).


Una obra esporádica no es aceptable.
La obra que se realice esporádicamente en el hogar no pasará [25] la prueba del juicio. La fe y las obras han de ser combinadas por los padres cristianos. Así como Abrahán continuó guiando a su familia después de él, también los padres de la actualidad han de guiar a sus familias después de ellos. La norma que cada padre debe defender es ésta: "Que guarden el camino de Jehová".
Todo otro camino es una senda que conduce, no a la ciudad de Dios, sino a las filas del destructor (Review and Herald, 30-3-1897).

Que los padres revisen su obra.


¿Quisieran repasar su obra los padres en lo que atañe a la educación y preparación de sus hijos, y considerar si acaso han cumplido plenamente su deber con esperanza y fe para que esos niños sean una corona de gozo en el día del Señor Jesús? ¿Han trabajado por el bienestar de sus hijos, de tal modo que Jesús pueda contemplarlos desde el cielo y santificar sus esfuerzos mediante su Espíritu? Padres, a vosotros os toca preparar a vuestros hijos para
ser útiles en esta vida en el grado más alto, y compartir la gloria final de lo que ha de venir (Good Health, enero de 1880). [26]